domingo, 22 de noviembre de 2015

Edipo Rey

Esta tragedia griega fue escrita por Sófocles hace miles de años, y a día de hoy sigue vigente como una obra fundamental del teatro clásico. La novela narra los sucesos por los que Edipo pasa,  para lograr averiguar su auténtico pasado, del cual tiene unas ideas muy contradictorias y confusas debido al mismo destino y a los dioses griegos.
Esta obra trágica, consta de partes que me han llamado la atención mucho mas que otras, como por ejemplo, cuando descubre, que su mujer Yocasta, quien en realidad es es su madre, y ésta al saberlo, se dio muerte colgándose. Este me pareció un hecho muy impactante en la historia y llamativo, pero a la vez interesante. Otro momento que me ha llamado la atención pero no me ha parecido tan interesante, si no mas bien me ha provocado desconcierto, es cuando Edipo, rey de Tebas, al saber de la muerte de Yocasta se quita los ojos así mismo con los mismos broches de vestido de ella.
En sí, la obra me ha parecido interesante, ya que leyendo cada día, no puedes imaginarte qué tragedia vendrá luego, y por tener una total incertidumbre en todo momento me ha gustado bastante, lo recomiendo a toda persona que tenga cierto interés por el teatro clásico y por la forma de pensar en la Grecia antigua.

Esta es una pintura de Gustave Moreau, realizado en 1864, de Edipo Rey y la esfinge, que se encuentra en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York

lunes, 2 de noviembre de 2015

En realidad... ¿qué es la realidad?
Antes de conocer a una persona, nosotros no somos NADA para ella, y viceversa. Pero, puede que de un instante a otro, algo; ya sea magia, casualidad, el destino, haga surgir de la nada algo maravilloso, es una realidad. El mundo está lleno de realidades, la ciencia, las matemáticas, la historia, el amor, la felicidad, cada uno de nosotros... somos una realidad, pero antes de ser realidad... fuimos nada.

En esta imagen podemos observar la vuelta de Aquiles al campo de batalla para calmar su sed de venganza contra Hector, quien ha matado a su compañero y amigo Patroclo.

miércoles, 7 de octubre de 2015

El tiempo, aquello que no vuelve.

Desde un punto de vista más técnico y preciso, el tiempo es una magnitud física que permite ordenar la secuencia de los sucesos, estableciendo así un pasado, un presente y un futuro. Pero personalmente, yo no opino que el tiempo se trate simplemente de eso.
Desde mi punto de vista, el tiempo es aquello que transcurre mientras estás pensando qué escribir para una redacción, lo que transcurre mientras decides qué ponerte o no para ir a clase... También es aquello que transcurre mientras dejamos de pensar por un instante y nos dedicamos a sentir, a valorar lo que nos dicta el corazón y no la mente. O simplemente es algo que transcurre, algo que se va para no volver, y que no nos permite advertir lo valioso que es, y la poca importancia que le podemos llegar a dar. Porque ¿Qué es el tiempo? ¿Quizá suena a una pregunta absurda verdad? Pero parándote a pensar, te das cuenta de que para poder valorar las cosas buenas, nos tienen que suceder cosas malas, las cuales nos enfocan a sentirnos mal con nosotros mismos, a sufrir (por alguien, por algo...) pero esa no es la cuestión. La cuestión es que el que nuestros actos nos lleven a vivir malas experiencias, o a pasar por malos tragos, no quiere decir que hayamos perdido el tiempo en intentar que algo nos salga bien, y por el contrario, nos haya salido todo del revés. Simplemente nos quiere decir que así es la vida, que eres tú el único que puede decidir en qué invertir tu tiempo, eres tú la única persona que decide qué camino tomar, y la única que decide quién te va a acompañar. 
Porque aún sabiendo que lo que tu decidas no tiene porqué salir como tu deseas, y puedas tropezar mil veces con la misma piedra, siempre debemos encontrar algo en nuestro camino que nos anime a seguir, a mirar hacia delante y aprovechar al máximo cada pasito que damos, a valorar cada detalle insignificante que encontremos. Porque es maravilloso aprender a valorar, tanto para bien como para mal, y eso es lo mágico del tiempo, que inconscientemente nos ayuda a crecer, a madurar... y no a pensar que por miedo a perder el tiempo, vayamos a perder lo único que de verdad tenemos, a nosotros mismos.